Hemos hablado en otras ocasiones del mar de invernaderos que riega parte de la costa de Poniente de Almería. En un apéndice de tierra rodeado de la Sierra y del Mar, hay otro mar, el Mar de Invernaderos, y en éste, alguna que otra localidad, citemos El Ejido, Roquetas de Mar, La Mojonera, Las Norias o Almerimar. De Todas éstas, El Ejido ronda los 70.000 habitantes, como Roquetas de Mar. Y todos estos datos, os preguntaréis para qué y por qué, pues bien, ahí van.
En Roquetas de Mar hay una barriada o localidad llamada Aguadulce, bien conocida por su turismo, y ante ella se alza la Sierra de Gádor, que se extiende hacia el Oeste. Desde esta colina se ven parapentes volar, se pueden oir motocicletas de cross que van a entrenar, y si miras con mucho detalle se puede ver a algún loco de la colina que va allí a andar.
Y es que no lo podía evitar, desde allí me habían dicho que se veían los dos mares.
A la colina se puede acceder a pie y es por eso que a pie fui. Por el camino, hasta encontrar el acceso tenía dudas sobre el camino a coger, así que pregunté a un chaval que de unos 14 años que se me acercó para preguntarme si tenía un cigarro para hacerse un porrillo. El tipo me hizo gracia, y es que era uno de esos personajes que en el aula seguro que te destroza la clase, pero fuera, si hablas con él, aunque sepas que el tipo se mete en problemas, puede tener conversación. En fin, que me indicó el camino a la colina y a mí me dieron las ganas de decirle eso de ya podrías ser así de amable en las clases, yo soy profesor de instituto, ¿ves como los profesores somos gente normal? Pero al final me lo guardé, no tenía ganas de generar polémica. El chico me dio la mano y me dijo: esa colina de ahí es para subir y quedarse luego arriba para fumarse un buen porro, yo ya lo he hecho...
En fin, que subí la colina, poco a poco, disfrutando de oír cómo se callaban poco a poco los ruidos de la ciudad. La montaña y la altura apaciguaban los ruidos. Todo lo que podía escuchar era el ruido de las piernas bajo mis pies. Pero al levantar la cabeza... se paraba todo, veía por fin los dos mares.
Uno de ellos es de agua, el otro, el plateado, es de invernaderos.
Y bien, ahora es cuando os comento, para que podáis haceros a la idea de la inmensidad de invernaderos que entre todos ellos se encuentran las ciudades que se han comentando antes más arriba. Aquí, una imagen captada de GoogleMaps en la que se aprecia mucho más, hice la prueba de comparar en la misma escala esta extensión con la ciudad de Madrid y no había color ¡Si es que es tan grande que en el programa Tengo una pregunta para usted apareció un Horticultor de Invernaderos de Almería!
Y ya para finalizar, como nota de color, tras todo el calor que hizo tal día, estado un piel blanca como yo en la sierra a pecho descubierto, me dí cuenta de cómo el calor se convirtió en color, y como yo se dieron cuenta mis compañeros y los alumnos cuando llegué a clase el lunes:
maehtro, te ha dado el sol este fin de semana, ¿eh?
Compañero de docencia, yo sabia que no eras andaluz pero no sabía que fueras alemán...
En fin, todo sea por un poco de color en la vida.
2 comentarios:
cangrejoooooo, jajaja. Pues si que hay invernaderos si!
Ey! Pá una vez que me posteas no voy a dejar pasar la oportunidad de responder.
Cangrejo y alemán! (que se te había olvidao).
Has visto cuánto plástico en Almería? La huerta de Europa, de verdad.
PD: Ponte un nick, anda!
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